sábado, 26 de diciembre de 2009

Juan Pablo II y el entonces cardenal Ratzinger en Berlín


Ahora que ya sabemos quela mujer que "atacó" al Papa, no quería atacarlo, sino abrazarlo, ver El abrazo al Papa - ¡y qué abrazo!

...Espero que nadie se vaya a enojar, este chiste es medio malo... de maldad; pero refleja un poco la realidad, de que le hablé a Higinio en el foro de mi artículo Se robaron el Arbeit macht frei, de Auschwitz

Ocurrió durante el pontificado de Juan Pablo II. En un viaje a Alemania, el Papa JP2, conocido "por escaparse" (como se ha sabido últimamente...), propone a su amigo Joseph Ratzinger, irse a la ciudad, de incógnito, para mezclarse entre la gente y palpar el sentir del pueblo.

El cardenal, hubiera preferido quedarse leyendo un libro; pero, después de reticencias iniciales -y comprendiendo los deseos del Papa y para acompañarlo y ayudarlo si fuese necesario- y luego de advertencias como "Santo Padre, estamos en Prusia...", ambos logran deshacerse de los italianos ;)

Se pusieron pelucas que una camarera polaca del hotel les consiguió, se pegaron bigotes y colocaron los anteojos de sol que la camarera compró por pocos marcos, en un kiosko de souvenirs. Y salieron a la calle, por la puerta de servicio del hotel (Adlon Kempinski o algo así).

El cardenal hubiera preferido irse a una librería, pero el Papa le dijo, que mejor fueran al famoso KadeWe, del que tanto le habían hablado en Polonia.

En KadeWe, el Papa compró zapatos a prueba de genuflexiones (esto es, bien fuertes por delante, para que no se pelen al hacer la genuflexión, ni al arrodillarse), un reloj, no muy caro, pero bien bonito (deportivo, a prueba de golpes y de agua) y un par de libros con fotos de Los Alpes y la Hohe Tatra... ah! y unas zapatillas de deporte que estaban de oferta.

El cardenal, escogió lápices de punta fina de oferta; papel de carta con sello de agua, también rebajado y varios pares de calcetines negros rebajados, para él y para su secretario Georg. Libros, no encontró ninguno, lógico, en el KadeWe no había muchos libros para intelectuales ;)

Hasta ahora, todo iba bien; pero en este momento vendría la prueba de fuego: pagar.

Ninguno tenía tanto dinero constante y sonante como para cancelar todas estas cosas, el sueldo italiano del cardenal era bastante bajo para Alemania y además, había entregado lo poco que le sobraba del mes, a su hermano de Regensburg, para contribuir al mantenimiento de los grupos de niños cantores, siempre tan necesitados de fondos.

El Papa no veía dinero desde que fue elegido... Pero, conservaba la tarjeta que le había mandado de regalo Visa-Polonia y que nunca había usado, pese a tener en la cuenta Złotys suficientes para estas compras. Se acercaron a la caja y... el Papa pasó su tarjeta, se leía claramente Karol Wojtyła.

Ellos confiaban en que, en el ateo y descreído Berlín... nadie conocería el nombre civil del Papa y pasaría por un polaco más entre los muchos polacos de Berlín.

En eso, comenzaron a sonar alarmas y llegó mucha gente corriendo a la caja donde estaban el Papa y el cardenal... Nadie se atrevía a decir nada, ellos, tampoco. Curiosos se reunieron también en torno a la caja, la cola o fila crecía, pero la cajera -asombrada- no se movía, ni pronunciaba palabra alguna.

En eso, llegó un ejecutivo que se presentó como el gerente de KadeWe.

Ambos temían lo peor... El gerente, dirigiéndose al Papa, le expresó con voz clara y fuerte:

"Permítame felicitarlo, es Ud. el primer polaco que compra algo en KadeWe, viene a la caja a pagar y no se lo roba".

PLOP! Tómenlo como un chiste, como este chiste de polacos en Alemania, hay muchos...


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